En el sur de Lima, entre el murmullo del río Mala y las laderas que miran al mar, se extiende Santa Cruz de Flores, un distrito que no solo cultiva uvas: cultiva memoria, identidad y sabor. Fundado oficialmente el 27 de diciembre de 1922, este rincón de la provincia de Cañete ha sabido convertir su vocación agrícola en un legado cultural que hoy lo consagra como la Capital del Vino del Perú.
Las vitivinícolas de Santa Cruz de Flores no son meras empresas: son relatos familiares que fermentan con el tiempo. Cada botella que se produce aquí lleva consigo el eco de generaciones que han trabajado la tierra con paciencia y devoción. Desde los lagares de barro hasta los alambiques de cobre, el proceso artesanal se mantiene vivo, como una forma de resistencia frente a la estandarización del gusto.
Un hito fundamental en esta historia fue la creación de la Asociación Vitivinícola Artesanal de Santa Cruz de Flores, en el año 2003, que marcó el inicio de una nueva etapa: la organización de productores, la participación en concursos regionales y nacionales, y la consolidación de una marca colectiva que hoy es reconocida por su calidad y autenticidad.
Desde entonces, las vitivinícolas han acumulado medallas, pero más importante aún, han acumulado afectos. Nombres como Claro, San Felipe, Luján, San Juan, Camacho, Don Elías, Andrés Arias Ayala, Jhon Jhon, Viña Diez y Viña Florino no solo representan productos: representan historias de esfuerzo, resiliencia y amor por la tierra.
En el año 2003, por ejemplo, la Vitivinícola Luján e Hijos obtuvo la primera medalla del pisco en el distrito, marcando un antes y un después en el reconocimiento de la producción local. En 2007, Viña Don Daniel se convirtió en el único ganador de la Medalla al Gran Ganador en el concurso regional de Lima, con ocho medallas en una sola edición. Y en 2008, el Pisco Quebranta de Andrés Arias Ayala fue galardonado a nivel nacional, consolidando el prestigio florino.
Pero más allá de los premios, lo que distingue a Santa Cruz de Flores es su capacidad de convertir el vino en símbolo. Aquí, el vino no es solo bebida: es celebración, es devoción —como la que se rinde a la Santísima Cruz cada 3 de mayo—, es paisaje —como el que se contempla desde Azpitia, “El Balcón del Cielo”—, y es gastronomía —como la carapulcra con sopa seca, el chicharrón de chancho, el ceviche de camarones y la pachamanca.
Hoy, en 2025, Santa Cruz de Flores se proyecta como un destino enoturístico de primer orden. Las bodegas abren sus puertas al visitante, ofrecen degustaciones, recorridos guiados, venta directa y, sobre todo, conversación. Porque aquí, el vino se sirve con historia.
🍇 Santa Cruz de Flores: Capital del Vino y Cuna de Vitivinícolas con Alma
En el fértil valle de Mala, donde el sol acaricia las viñas y la historia se fermenta en barricas, se encuentra Santa Cruz de Flores, un distrito de la provincia de Cañete que ha sabido convertir su vocación agrícola en una identidad cultural. Fundado oficialmente el 27 de diciembre de 1922, este rincón del sur limeño no solo es tierra de devoción y paisajes sublimes: es, ante todo, la Capital del Vino del Perú.
🏛️ Un legado que fermenta en familia
Las vitivinícolas de Santa Cruz de Flores no son grandes industrias impersonales. Son empresas familiares, muchas de ellas con tres o más generaciones dedicadas al cultivo de la vid y la elaboración artesanal de vinos y piscos. Cada bodega es un relato vivo, donde el trabajo, la fe y el sabor se entrelazan.
🍷 Variedad, excelencia y denominación de origen
Las bodegas locales producen vinos en estilos seco, abocado y semiseco, elaborados con cepas como Borgoña, Italia, Quebranta y Uvina. Los piscos, con denominación de origen, incluyen variedades como Italia, Quebranta, Acholado y Mosto Verde. Además, muchas vitivinícolas ofrecen macerados artesanales de frutas locales —durazno, guayaba, pasas, níspero— y mistelas que capturan el alma del valle.
Entre las más reconocidas destacan:
Vitivinícola San Felipe, pionera en la Asociación Vitivinícola Artesanal, con tres alambiques y una historia de resiliencia
Vitivinícola Luján e Hijos, ganadora de la primera medalla del pisco en el distrito, con lagares tradicionales y ollas de cobre
Vitivinícola San Juan, que honra el legado de Don Grimaldo Ávalos y destila historia en cada copa
Vitivinícola Camacho, con viñedos ecológicos y piscos TILKAY, símbolo de hermandad
Viña Florino, con 18 medallas y una sala de cata que combina elegancia y tradición
Vitivinícola Don Elías, donde el vino se sirve con conversación y memoria
Vitivinícola Jhon Jhon, única en ofrecer viveros de uva junto a sus vinos y piscos
Vitivinícola Andrés Arias Ayala, heredera de una tradición familiar que busca la exportación
🥂 Turismo enológico: más que una copa
Visitar Santa Cruz de Flores es recorrer un circuito de bodegas donde cada parada ofrece degustaciones, recorridos guiados, venta directa y, sobre todo, una conversación con los propios productores. Aquí, el visitante no es un cliente: es un invitado que comparte la mesa, la historia y el orgullo de una comunidad que ha hecho del vino su estandarte.
Además, el distrito ofrece atractivos complementarios como:
Azpitia, conocido como “El Balcón del Cielo”, con vistas al valle y restaurantes campestres
La Fiesta de la Santísima Cruz, cada 3 de mayo, con procesiones, música y tradición
Gastronomía típica, que incluye carapulcra con sopa seca, Picante Florino, chicharrón de chancho, ceviche de camarones y pachamanca
📣 Una invitación con sabor
Santa Cruz de Flores no es solo un destino: es una experiencia. Es el lugar donde el vino se elabora con paciencia, se sirve con orgullo y se bebe con gratitud.
Ven, degusta, conversa, celebra. Porque en Santa Cruz de Flores, cada copa cuenta una historia.