viernes, 29 de agosto de 2025

AFICHES PUBLICITARIOS

 


Poema a Santa Cruz de Flores

Pasó entre viñas, con su madre al lado

Pasó entre viñas, con su madre al lado,

 ¡qué rara belleza bajo el sol dorado!

 ¡Qué trenzas de fuego! ¡Qué andar de poema!

 ¡Qué porte florino, qué luz en su esquema!

Pasó entre aromas de picante y maíz,

 me clavó muy hondo su mirar de anís.

Quedé como en éxtasis, junto al reloj viejo,

ese de cuatro caras, testigo y reflejo.

 «¡Síguela!», gritaban mi alma y mi piel, 

como en la vendimia, cuando todo es miel.

Pero tuve miedo de amar con locura, 

de abrir mis heridas, de perder la ternura… 

Y aunque el vino me hablaba desde su cristal, 

cerrando los ojos… la dejé pasar.






miércoles, 27 de agosto de 2025

GASTRONOMIA Y RESTAURANTES DE SANTA CRUZ DE FLORES

 En el sur de Lima, entre viñedos centenarios y acequias preincaicas, se encuentra Santa Cruz de Flores, un distrito que no solo ha sido consagrado como la Capital del Vino del Perú, sino también como un destino gastronómico de profunda identidad. Fundado oficialmente el 27 de diciembre de 1922, este rincón de la provincia de Cañete ha sabido convertir su cocina en un lenguaje de afecto, resistencia y sabor.

La gastronomía florina no es una moda: es una herencia viva. Cada plato que se sirve en sus restaurantes es el resultado de siglos de mestizaje, de migraciones internas, de saberes transmitidos en cocinas de barro y fogones de leña. Aquí, la comida no se prepara: se cultiva, se conversa, se celebra.

🌶️ El Picante Florino: plato emblema del distrito

Ninguna visita a Santa Cruz de Flores está completa sin probar el Picante Florino, declarado plato oficial del distrito. Este potaje comunitario, nacido alrededor del año 1800, reúne ingredientes como papa con ají, huatia de queso, ceviche de chanque, charquicán, humitas, yuca sancochada y camarones, entre otros. Su origen está ligado a las faenas agrícolas, cuando los pobladores compartían sus fiambres en el campo, creando un mosaico de sabores que hoy se sirve cada domingo en plazas y restaurantes.

🍷 Gastronomía que marida con vino

La cocina florina se distingue por su capacidad de maridar con los vinos y piscos artesanales del distrito. Platos como el arroz con pato, el chicharrón de camarones, la sopa bruta con carapulcra y el pachamanca a la olla encuentran su mejor compañía en un Borgoña semiseco, un Pisco Quebranta o un macerado de guayaba. Esta armonía entre cocina y vitivinicultura convierte a Santa Cruz de Flores en un destino enogastronómico de primer orden.

🏡 Restaurantes con alma

Los restaurantes del distrito no son cadenas impersonales: son emprendimientos familiares que han convertido la hospitalidad en arte. Entre los más destacados se encuentran:

  • Restaurante Doña Aleja, junto a la Vitivinícola San Felipe, con platos típicos y cócteles peruanos

  • Restaurante Malu, en Av. Quito, famoso por sus camarones y sus premios gastronómicos distritales

  • Restaurante Gladys, ejemplo de resiliencia tras el terremoto de 2007, con panadería propia y cocina casera

  • Restaurante Nellys, donde cada plato evoca la cocina de la abuela, con atención cálida y sabores tradicionales

  • Restaurante A La Leña, donde los platos se cocinan literalmente al fuego lento, en ollas de barro

  • Restaurante El Rinconcito Florino, inaugurado en 2008, con mesas al aire libre y una carta que celebra el Picante Florino

Cada uno de estos espacios ofrece más que comida: ofrece conversación, paisaje y pertenencia. El visitante no es un cliente: es un invitado que comparte la mesa y la historia.

🌄 Un destino que lo tiene todo

Santa Cruz de Flores no solo ofrece gastronomía. Su devoción a la Santísima Cruz —celebrada cada 3 de mayo—, sus paisajes de Azpitia (“El Balcón del Cielo”), sus vitivinícolas premiadas y su gente amable convierten al distrito en un destino completo, ideal para escapadas de fin de semana, turismo cultural, enoturismo y experiencias familiares.

📣 Una invitación con sabor

Visitar Santa Cruz de Flores es más que un viaje: es un reencuentro con lo esencial. Es sentarse a la sombra de un viñedo, brindar con pisco artesanal y saborear un plato que cuenta la historia de un pueblo. Porque aquí, la gastronomía no solo alimenta: emociona.


EL HUERTO DE MI AMADA - AZPITIA



EL PICANTE FLORINO


🌶️ El Picante Florino: Sabor ancestral y orgullo culinario de Santa Cruz de Flores

En el corazón del valle de Mala, donde la historia se cultiva entre viñedos y acequias incas, se sirve cada domingo un plato que no solo alimenta el cuerpo, sino también la memoria colectiva: el Picante Florino, declarado plato oficial del distrito de Santa Cruz de Flores, Capital del Vino del Perú.

Este potaje, de origen ancestral, tiene raíces que se remontan a los antiguos pobladores de la costa sur limeña. Vestigios encontrados en el distrito de Chilca sugieren que las primeras versiones del picante se elaboraban con papa seca, un ingrediente que revela la sabiduría de conservar alimentos en tiempos prehispánicos. En el año 2017, durante un concurso gastronómico en Chilca, se recreó esta versión original, confirmando su valor histórico y su vigencia como símbolo de identidad.


Sin embargo, el Picante Florino tal como lo conocemos hoy —preparado con papa fresca y una sinfonía de sabores costeños— nació alrededor del año 1800, cuando migrantes chilcanos llegaron a las fértiles tierras de Santa Cruz de Flores en busca de agua y cultivo. Allí encontraron una acequia preincaica aún funcional, que permitió el desarrollo agrícola y, con ello, la consolidación de una cocina comunitaria.

🍽️ Un plato que nació del compartir

Los antiguos florinos, al salir temprano a trabajar la tierra, llevaban consigo fiambres sencillos pero sabrosos: papa con ají, ceviche, charquicán, humitas, huatia de pescado o queso, yuca sancochada, entre otros. En ese ir y venir, los trabajadores comenzaron a compartir sus potajes, organizándose para que cada uno aportara un ingrediente. Así nació el Picante Florino, no como una receta única, sino como un mosaico de sabores que representa la unión, la generosidad y la identidad de un pueblo.

Los ingredientes tradicionales incluyen:

  • Papa con ají

  • Ajiaco

  • Yuca sancochada

  • Aceitunas

  • Huatia de queso y pescado

  • Humita de queso y de raca

  • Charquicán

  • Ceviche de pescado, machas y chanque

  • Camarones sancochados

  • (En algunas zonas, también se agrega olluco)



Este plato se sirve en los distritos de Santa Cruz de Flores, Chilca, Pucusana, Asia, San Pedro de Coayllo, Mala, San Antonio y Calango, especialmente en las riberas del río Mala, donde la tradición se mantiene viva. Sin embargo, es Santa Cruz de Flores quien lo ha elevado a la categoría de plato emblema, convirtiéndolo en protagonista de sus plazas, ferias y restaurantes cada fin de semana.

🌄 Gastronomía con alma

El Picante Florino no es solo un plato: es una experiencia. Es la historia servida en barro, el sabor que une generaciones, y el orgullo de una comunidad que ha sabido conservar su herencia culinaria. En un distrito donde el vino se fermenta con paciencia y la devoción se celebra cada 3 de mayo en honor a la Santísima Cruz, el picante es el complemento perfecto para entender el alma florina.

📣 Una invitación con sabor

Visitar Santa Cruz de Flores es recorrer sus viñedos, admirar sus paisajes desde Azpitia, y sobre todo, sentarse a la mesa para saborear el Picante Florino. Porque aquí, cada cucharada cuenta una historia. Y cada domingo, el distrito se adorna con el aroma de su plato más querido.




VITIVINICOLAS DE SANTA CRUZ DE FLORES

 En el sur de Lima, entre el murmullo del río Mala y las laderas que miran al mar, se extiende Santa Cruz de Flores, un distrito que no solo cultiva uvas: cultiva memoria, identidad y sabor. Fundado oficialmente el 27 de diciembre de 1922, este rincón de la provincia de Cañete ha sabido convertir su vocación agrícola en un legado cultural que hoy lo consagra como la Capital del Vino del Perú.

Las vitivinícolas de Santa Cruz de Flores no son meras empresas: son relatos familiares que fermentan con el tiempo. Cada botella que se produce aquí lleva consigo el eco de generaciones que han trabajado la tierra con paciencia y devoción. Desde los lagares de barro hasta los alambiques de cobre, el proceso artesanal se mantiene vivo, como una forma de resistencia frente a la estandarización del gusto.

Un hito fundamental en esta historia fue la creación de la Asociación Vitivinícola Artesanal de Santa Cruz de Flores, en el año 2003, que marcó el inicio de una nueva etapa: la organización de productores, la participación en concursos regionales y nacionales, y la consolidación de una marca colectiva que hoy es reconocida por su calidad y autenticidad.

Desde entonces, las vitivinícolas han acumulado medallas, pero más importante aún, han acumulado afectos. Nombres como Claro, San Felipe, Luján, San Juan, Camacho, Don Elías, Andrés Arias Ayala, Jhon Jhon, Viña Diez y Viña Florino no solo representan productos: representan historias de esfuerzo, resiliencia y amor por la tierra.

En el año 2003, por ejemplo, la Vitivinícola Luján e Hijos obtuvo la primera medalla del pisco en el distrito, marcando un antes y un después en el reconocimiento de la producción local. En 2007, Viña Don Daniel se convirtió en el único ganador de la Medalla al Gran Ganador en el concurso regional de Lima, con ocho medallas en una sola edición. Y en 2008, el Pisco Quebranta de Andrés Arias Ayala fue galardonado a nivel nacional, consolidando el prestigio florino.

Pero más allá de los premios, lo que distingue a Santa Cruz de Flores es su capacidad de convertir el vino en símbolo. Aquí, el vino no es solo bebida: es celebración, es devoción —como la que se rinde a la Santísima Cruz cada 3 de mayo—, es paisaje —como el que se contempla desde Azpitia, “El Balcón del Cielo”—, y es gastronomía —como la carapulcra con sopa seca, el chicharrón de chancho, el ceviche de camarones y la pachamanca.

Hoy, en 2025, Santa Cruz de Flores se proyecta como un destino enoturístico de primer orden. Las bodegas abren sus puertas al visitante, ofrecen degustaciones, recorridos guiados, venta directa y, sobre todo, conversación. Porque aquí, el vino se sirve con historia.

🍇 Santa Cruz de Flores: Capital del Vino y Cuna de Vitivinícolas con Alma

En el fértil valle de Mala, donde el sol acaricia las viñas y la historia se fermenta en barricas, se encuentra Santa Cruz de Flores, un distrito de la provincia de Cañete que ha sabido convertir su vocación agrícola en una identidad cultural. Fundado oficialmente el 27 de diciembre de 1922, este rincón del sur limeño no solo es tierra de devoción y paisajes sublimes: es, ante todo, la Capital del Vino del Perú.

🏛️ Un legado que fermenta en familia

Las vitivinícolas de Santa Cruz de Flores no son grandes industrias impersonales. Son empresas familiares, muchas de ellas con tres o más generaciones dedicadas al cultivo de la vid y la elaboración artesanal de vinos y piscos. Cada bodega es un relato vivo, donde el trabajo, la fe y el sabor se entrelazan.

🍷 Variedad, excelencia y denominación de origen

Las bodegas locales producen vinos en estilos seco, abocado y semiseco, elaborados con cepas como Borgoña, Italia, Quebranta y Uvina. Los piscos, con denominación de origen, incluyen variedades como Italia, Quebranta, Acholado y Mosto Verde. Además, muchas vitivinícolas ofrecen macerados artesanales de frutas locales —durazno, guayaba, pasas, níspero— y mistelas que capturan el alma del valle.

Entre las más reconocidas destacan:

  • Vitivinícola San Felipe, pionera en la Asociación Vitivinícola Artesanal, con tres alambiques y una historia de resiliencia

  • Vitivinícola Luján e Hijos, ganadora de la primera medalla del pisco en el distrito, con lagares tradicionales y ollas de cobre

  • Vitivinícola San Juan, que honra el legado de Don Grimaldo Ávalos y destila historia en cada copa

  • Vitivinícola Camacho, con viñedos ecológicos y piscos TILKAY, símbolo de hermandad

  • Viña Florino, con 18 medallas y una sala de cata que combina elegancia y tradición

  • Vitivinícola Don Elías, donde el vino se sirve con conversación y memoria

  • Vitivinícola Jhon Jhon, única en ofrecer viveros de uva junto a sus vinos y piscos

  • Vitivinícola Andrés Arias Ayala, heredera de una tradición familiar que busca la exportación

🥂 Turismo enológico: más que una copa

Visitar Santa Cruz de Flores es recorrer un circuito de bodegas donde cada parada ofrece degustaciones, recorridos guiados, venta directa y, sobre todo, una conversación con los propios productores. Aquí, el visitante no es un cliente: es un invitado que comparte la mesa, la historia y el orgullo de una comunidad que ha hecho del vino su estandarte.

Además, el distrito ofrece atractivos complementarios como:

  • Azpitia, conocido como “El Balcón del Cielo”, con vistas al valle y restaurantes campestres

  • La Fiesta de la Santísima Cruz, cada 3 de mayo, con procesiones, música y tradición

  • Gastronomía típica, que incluye carapulcra con sopa seca, Picante Florino, chicharrón de chancho, ceviche de camarones y pachamanca

📣 Una invitación con sabor

Santa Cruz de Flores no es solo un destino: es una experiencia. Es el lugar donde el vino se elabora con paciencia, se sirve con orgullo y se bebe con gratitud. Ven, degusta, conversa, celebra. Porque en Santa Cruz de Flores, cada copa cuenta una historia.

VITIVINÍCOLA SAN ANTONIO



martes, 26 de agosto de 2025

IGLESIA DE SANTA CRUZ DE FLORES

En el corazón del valle de Cañete, donde el aire huele a uva madura y a tierra bendecida por el sol, se alza una iglesia que no grita su presencia, sino que la susurra con la dignidad de los siglos: la Iglesia de Santa Cruz de Flores. No es un templo de mármoles altivos ni de vitrales que desafían el cielo, sino una casa de fe que abraza con humildad, como una madre que conoce el peso de la historia y el consuelo de la oración.

                       

Construida en tiempos donde la palabra aún viajaba a lomos de mula y la fe se tejía en comunidad, esta iglesia fue consagrada a la Santísima Cruz, patrona de un pueblo que aprendió a mirar el mundo desde la altura de sus viñedos y la hondura de sus tradiciones. Su fundación, según la memoria oral, se remonta a la llegada de los franciscanos entre 1850 y 1862, quienes, cautivados por la belleza del lugar, le dieron el apellido “Flores” y sembraron en su plaza el símbolo de la cruz como estandarte espiritual.

La fachada, sencilla y serena, parece dialogar con el cielo sin estridencias. Sus muros, de cal y canto, guardan el eco de generaciones que han entrado con los pies descalzos y el alma encendida. En su altar, la luz cae como un manto dorado sobre imágenes que no solo representan santos, sino también la esperanza de los agricultores, los artesanos, los niños que aprenden a persignarse con torpeza y ternura.

Pero el 15 de agosto de 2007, a las 6:41 p.m., el suelo tembló con furia. El terremoto de magnitud 7.9, con epicentro en Pisco, sacudió la costa central del Perú y dejó una herida profunda en la provincia de Cañete. La Iglesia de Santa Cruz de Flores no fue ajena al desastre: su cúpula, que por décadas había coronado el templo como símbolo de elevación espiritual, se desplomó ante la fuerza telúrica. El estruendo fue más que físico; fue emocional, comunitario, casi litúrgico. El pueblo, consternado, vio caer no solo ladrillos, sino memorias, promesas, bautizos, bodas, y silencios sagrados.


Desde entonces, la iglesia se convirtió también en símbolo de resiliencia. La reconstrucción no fue inmediata, pero sí constante. Con manos solidarias y corazones firmes, los vecinos comenzaron a restaurar no solo el edificio, sino el espíritu que lo habitaba. Hoy, aunque la cúpula ya no se alza como antes, el templo sigue siendo un refugio de fe, una flor que brota entre escombros, una cruz que no se quiebra.

Cada 3 de mayo, la fiesta de la Santísima Cruz convierte el templo en un corazón palpitante. Las flores, los cantos, las danzas, y el vino bendito se entrelazan en una liturgia que no distingue entre lo sagrado y lo festivo. Porque en Santa Cruz de Flores, la fe no es solo plegaria: es celebración, es memoria, es identidad.

Y así, esta iglesia permanece. No como un monumento detenido en el tiempo, sino como un testigo vivo de la espiritualidad que florece entre los surcos de la tierra y los silencios del alma. Quien la visita no solo contempla arquitectura: contempla la historia de un pueblo que ha sabido convertir su fe en raíz, su cruz en flor, y su templo en poema.



1www.gob.pewww.gob.pe2es.wikipedia.orges.wikipedia.org