martes, 9 de septiembre de 2025

DISTRITO SANTA CRUZ DE FLORES

SANTA CRUZ DE FLORES

Se dice que entre los años de 1800 a 1830 aproximadamente; este lugar se fue poblando por personas naturales de la legendaria población Nuestra Señora de la Asunción de Chilca, pero estas tierras eran propiedad de Don Juan José Remuzgo, gran Hacendado de Linaje Español. El lugar fue tomando carácter de caserío; y con la llegada de nuevas familias se formó una comunidad, la cual luchó ante los propietarios y consiguió mediante la Escritura Pública del 12 de Mayo de 1852 que dichas tierras pasaran a la comunidad.
Varios años después, entre los años 1850 a 1862, pasaron por estas tierras una Congregación de Sacerdotes Franciscanos y viendo este lugar muy acogedor, le dieron su apellido “FLORES”, y le pusieron como Patrón a la Santísima Cruz del 03 de Mayo, y fue justamente así como se originó el nombre del distrito el cual conserva hasta la actualidad: SANTA CRUZ DE FLORES.

CREACIÓN POLITICA:
El distrito de Santa Cruz de Flores, fue creado el 27 de Diciembre de 19221, siendo el Presidente de la Republica en aquel entonces Don Augusto B. Leguia. A partir de la fecha Santa Cruz de Flores paso a la categoría de Distrito bajo el Decreto Ley 4611, y tuvo como primer Alcalde al Sr. José Mercedes Toribio.

UBICACIÓN GEOGRÁFICA:
Santa Cruz de Flores está ubicada en la provincia de Cañete, a una distancia aproximada de cuatro kilómetros desde el distrito de Mala, a la altura del Km. 85 de la Panamericana Sur. Por el Norte limita con el distrito de Chilca, al Sur se encuentra el río Mala y al Oeste el distrito de San Antonio.

Santa Cruz de Flores, pertenece a la región natural de la Costa y tiene una altitud de 85 m.s.n.m. gozando de un clima cálido muy favorable para la agricultura.

ATRACTIVOS TURÍSTICOS
El Distrito de Santa Cruz de Flores posee un bello paisaje natural. Un gran valle que se puede observar desde los altos del pueblo San Vicente de Azpitia, razón por la cual se le ha considerado “El balcón del Cielo”.

El río que pasa por sus tierras es el único que no recibe relaves, por lo que sus aguas no tienen contaminación alguna. En esta agua podemos encontrar abundantes camarones.

Para todos los amantes de los deportes de aventura, este río ofrece un gran potencial para el canotaje.

Además de ello, para visitar en Santa Cruz de Flores están las Ruinas de Olleria, las grandes vitivinícolas donde se elabora artesanalmente gran variedad de los riquísimos Vinos y Piscos que caracterizan el lugar, y variedad de restaurantes con la comida típica del distrito.



INFRAESTRUCTURA URBANA
Desde su creación, el distrito de Santa Cruz de Flores, ha venido desarrollando una infraestructura básica planificada. Hoy el pueblo goza de carreteras, electrificación, agua y desagüe, postas médicas y servicios educativos.

REFERENCIAS SOCIO – ECONÓMICAS
La población actual del distrito alcanza los 3200 habitantes.
Las principales actividades económicas se centran en el cultivo de tubérculos, hortalizas y legumbres.
Posee importantes vitivinícolas que producen gran variedad de vinos y piscos, los cuales son comercializados mayormente por turistas que llegan al distrito de todas partes del país.

Santa Cruz de Flores, es uno de los pocos lugares cercanos a Lima, que conserva intactos sus recursos naturales y las tradiciones de su pueblo.

📍 Información General

  • Ubicación: Provincia de Cañete, Región Lima, Perú. A la altura del km 85 de la Panamericana Sur, a solo una hora de Lima.

  • Superficie: 100.06 km²

  • Altitud: 85 m s. n. m.

  • Población: 3,103 habitantes (censo 2017)

  • Ubigeo: 150515

  • Clima: Húmedo entre junio y agosto (hasta 100% de humedad), cálido en verano (24–30°C), templado en invierno (16–20°C) 1

📜 Historia y Origen

  • Creación oficial: 27 de diciembre de 1922, mediante Ley N.º 4611, durante el gobierno de Augusto B. Leguía. 2

  • Origen del nombre: En el siglo XIX, sacerdotes franciscanos bautizaron el lugar como “Flores” por su belleza natural y lo consagraron a la Santísima Cruz, celebrada el 3 de mayo. Así nació el nombre “Santa Cruz de Flores”

🎉 Calendario de Festividades

FechaFestividadDescripción
3 de mayoFiesta de la Santísima CruzCelebración patronal con procesiones, música, danzas y decoración floral.
JulioFiestas PatriasActos cívicos, desfiles escolares y actividades culturales.
OctubreSeñor de los MilagrosProcesiones y misas en honor al Cristo Morado.
NoviembreFestival del Pisco y la VendimiaDegustaciones, concursos y exhibiciones de productos vitivinícolas locales.

🍇 Gastronomía Típica

Santa Cruz de Flores es conocida como la capital del vino y el buen pisco. Su gastronomía combina productos locales con recetas tradicionales:

  • Carapulcra con sopa seca: Plato emblemático de Cañete.

  • Chicharrón de chancho: Acompañado de camote y salsa criolla.

  • Pachamanca: Cocida en tierra con carnes, papas, habas y hierbas.

  • Ceviche de camarones: Preparado con productos frescos del río Mala.

  • Frutas locales: Uvas, lúcuma, chirimoya, higos y granadas.

  • Pisco artesanal: Elaborado en bodegas familiares, con uvas quebranta y Italia.

🌄 Atractivos Turísticos

  • San Vicente de Azpitia (“El Balcón del Cielo”): Mirador natural con vista al valle de Mala, ideal para caminatas, fotografía y turismo rural

  • Bodegas vitivinícolas: Recorridos guiados, catas de vino y pisco.

  • Plaza de Armas: Centro histórico con arquitectura tradicional.

  • Río Mala: Espacio natural para actividades recreativas y pesca artesanal.

🏘️ Centros Poblados

  • Urbanos: Santa Cruz de Flores (1,585 hab.), San Vicente de Azpitia (401 hab.)

  • Rurales: Nuevo San Andrés, Señor de Lurén, Las Viñas

🏛️ Autoridades Actuales

  • Alcalde (2023–2026): Ing. Daniel Alexis Balcázar Huapaya, el más joven de la provincia

🌱 Identidad y Cultura

Santa Cruz de Flores conserva una fuerte identidad cultural basada en la agricultura, la religiosidad popular y la producción artesanal. Sus fiestas son coloridas, sus paisajes inspiradores, y su gente cálida y hospitalaria.


1www.iperu.orgwww.iperu.org                            2es.wikipedia.orges.wikipedia.org

lunes, 8 de septiembre de 2025

ICONOGRAFIA DE SANTA CRUZ DE FLORES

Esta serie de doodles —dibujados con líneas verdes sobre fondo blanco— representa con encanto y autenticidad los elementos más queridos del distrito: la iglesia, el racimo de uvas, el agricultor, la Virgen María, el plato de picante, la botella de vino, y muchos más.

Cada ícono ha sido diseñado con un estilo jeroglífico moderno, evocando tanto la estética ancestral como la ternura contemporánea. Son trazos simples, pero cargados de significado, pensados para ser accesibles, memorables y profundamente representativos.














📘 Aplicaciones culturales y promocionales

Estos íconos no son solo ilustraciones: son herramientas de identidad visual que pueden utilizarse en múltiples formatos:

  • Folletos turísticos: Señalan rutas gastronómicas, patrimoniales y naturales con claridad y encanto.

  • Revistas locales: Acompañan artículos sobre historia, festividades, personajes y tradiciones con un lenguaje visual coherente.

  • Sitios web y redes sociales: Refuerzan la marca cultural del distrito, haciendo cada publicación reconocible y atractiva.

  • Señalética educativa: En escuelas, museos o espacios públicos, ayudan a niños y visitantes a identificar elementos clave del entorno.

  • Etiquetas de productos: Vinos, dulces, artesanías y otros productos locales pueden llevar estos íconos como sello de origen.

  • Souvenirs y merchandising: Desde postales hasta camisetas, los íconos pueden convertirse en recuerdos adorables y significativos.

🎨 Un lenguaje visual para el futuro

Esta colección no solo celebra lo que somos, sino que construye un puente entre generaciones. 

Cada trazo es una invitación a mirar con cariño lo que nos rodea. Y cada ícono, una semilla de memoria que florece en papel, pantalla o corazón.



CERRO PATRON 3 DE MAYO

 Al llegar a Santa Cruz de Flores, uno no pisa tierra: pisa tiempo. El aire huele a parra, a adobe, a historia que no se ha dormido. Y en medio de ese paisaje que parece tejido por manos antiguas, se alza el Cerro Patrón, Apu tutelar del distrito, guardián silente de memorias que aún susurran en las piedras.

Mucho antes de que el nombre “Flores” adornara mapas y documentos, esta tierra fue llamada Huayiata o Huayta, que en lengua quechua significa “flor”. No es casual. En sus faldas floreció la primera ocupación humana del valle, y aún hoy, como cicatrices sagradas, se pueden ver las construcciones prehispánicas del sitio arqueológico de La Ollería, donde el barro y la piedra guardan el aliento de los antiguos.

El cerro no es solo geografía: es símbolo. Fue parte del oráculo de Pachacamac, y los Incas, comandados por Túpac Inca Yupanqui, lo veneraron como punto de poder. Bajo el dominio de Pachacútec, se implantó en el valle de Mala el primer sistema de riego agrícola, y en Flores se abrió la “acequia vieja”, que aún murmura agua como si rezara.

Pero el cerro también fue testigo de la transformación espiritual del pueblo. En mayo, como en todo el Perú, se celebra la Fiesta de las Cruces, y en Santa Cruz de Flores, esa celebración alcanza una mística única. La Santísima Cruz del Tres de Mayo es más que patrona: es puente entre el Apu y el altar. Los evangelizadores, en su afán de cristianizar los cerros, colocaron cruces en el camino hacia la cumbre, para que el pueblo dejara de adorar al cerro y comenzara a venerar la Cruz, símbolo de la fe occidental desde los tiempos de Constantino.

Tres semanas antes, las comisiones bajan sus santos maderos. El 5 de mayo, comienza la peregrinación. Cuatro comisiones —señoras, varones, señoritas y jóvenes entusiastas— ascienden la empinada cuesta, cada una con su cruz, cada una con su altar. No hay espectáculo: hay devoción. El cerro se convierte en santuario, y el pueblo en procesión.

Los florinos son dueños de una identidad que no se compra ni se aprende: se hereda. Viven unidos en el trabajo y en el festejo. En la fiesta de la Cruz, la música vibra como si el alma tuviera cuerdas. La Danza de las Pallas, con sus sayas bordadas y sus tocados de flor, recuerda la adoración de los Reyes Magos. El pasacalle de los Chunchos, con arpa y violín, alcanza las fibras más hondas del corazón florino.

Y luego, como todo rito, viene el banquete. La gastronomía de Santa Cruz de Flores es un poema servido en plato hondo. La Carapulcra y la Sopa Bruta, cocidas con un solo aderezo, llevan carne de vaca, caldo, y trozos de yuca que saben a infancia. Los Tamales, servidos con chicharrones y sarsa criolla, son abrazo de domingo. Y el Picante Florino, ese plato que resume la culinaria del valle, lleva rayas y machas de Chilca, camarones y ceviche de uvas verdes de Mala, chanques y verduras de Bujama, y el toque final: yucas y aceitunas de Flores, como firma de identidad.

Las historias se cuentan entre copas de vino y pisco, bajo la sombra de los olivos, en los caminos empolvados de La Ollería. Allí se conversa con los antepasados, que aún viven en la memoria oral del pueblo. El Cerro Patrón, dicen, guarda oro escondido, protegido por el Apu en un túnel que viene desde el mar. Algunos lo relacionan con el diablo, otros con la fortuna. Pero todos coinciden en algo: el cerro tiene alma.

Santa Cruz de Flores fue elevado a distrito el 27 de diciembre de 1922, mediante Ley N.º 4611. Pero su historia comenzó mucho antes. En 1852, los comuneros recuperaron las tierras que antes pertenecieron al hacendado Don Juan José Remuzgo. Y desde entonces, el pueblo ha florecido con dignidad, con trabajo comunal, con vino, con fe.

Si va por Santa Cruz de Flores, no solo visite: participe. Brinde con el cerro, suba con las cruces, baile en la pampa que antes fue de Remuzgo, y escuche lo que el viento aún tiene por contar. Porque aquí, cada piedra tiene memoria, cada danza tiene propósito, y cada flor tiene historia.

HISTORIA DE SANTA CRUZ DE FLORES

 Hay lugares que no se descubren, sino que se recuerdan. Santa Cruz de Flores es uno de ellos. No basta con llegar: hay que detenerse, escuchar el viento, mirar las piedras, y dejar que el alma se acomode al ritmo antiguo del valle.

Hace más de cuatro siglos —cuatrocientos treinta años, para ser exactos— ya se hablaba de los primeros moradores de esta tierra. Se dice que descendieron desde las alturas de Huarochirí, Yauyos, Callahuaya, Lupo, Yampilla y Llacuas, como quien regresa al origen. Documentos antiguos confirman que los Calangos eran Yungas, habitantes de un poblado llamado Callahuaya, en las partes altas de Huarochirí, donde la niebla aún guarda secretos.

La ocupación local es preincaica. Uno de los centros administrativos de antaño, dedicado al control de la producción, el almacenamiento y la redistribución de los recursos, se llamaba Huayiata. En lengua quechua, ese topónimo significa “Flor”. De allí, como brote natural, nace el nombre del lugar: Flores. Y así, el distrito lleva en su nombre la semilla de su historia.

Muchos vocablos prehispánicos han sido erosionados por el tiempo y la lengua castellana: Huarcu, Malla, Aymaraes, Runahuana, Ocxa. Pero otros resisten, como Chilca, Coayllo y Hualcará, que aún conservan su fonética ancestral, como si se negaran a olvidar.

Luego vino el Imperio. Los incas, con su visión de eternidad, construyeron el sitio arqueológico de La Ollería, donde el señorío de Huayta se alza a escasos diez minutos de la actual Plaza de Armas. Allí, entre adobones de barro y piedra, se halló un fragmento de serpiente en alto relieve, con incisiones transversales y cabeza bien definida, rodeada de figuras de líneas negras y relleno blanco. La naturaleza, como siempre, estaba presente en el pensamiento andino: no como ornamento, sino como principio.

En el siglo XVI, la orden de Santo Domingo, asentada en el valle de Mala, vendió sus tierras a Francisco de Azpitia. El padre Machado fue el mediador, y en 1595, Azpitia confirmó la transacción mediante escritura pública. Así comenzó la historia colonial del valle, entre márgenes del río y márgenes de poder.

Y luego, como quien despierta de un largo sueño, el pueblo se organizó. El 27 de diciembre de 1922, mediante Ley N.º 4611, se creó el distrito de Santa Cruz de Flores, junto con San Antonio. El agente municipal Don Juan Conde fue su primer gestor, y desde entonces, el pueblo comenzó a escribir su historia con tinta de comunidad.

Los florinos más antiguos se dedicaban a la pesca, a la recolección de frutos silvestres, al cultivo de la vid. En los años setenta, vivieron la Reforma Agraria. En los ochenta, la comunidad cobró presencia y vigor. Pero como bien reflexiona Orlando Germán, el agricultor ha cambiado el arado por la bandeja, la chacra por el andamio. Y con ello, se ha ido perdiendo el trabajo comunitario, esa tradición que era más que costumbre: era identidad.

Hoy, el nuevo florino parece caminar solo, con afán de lucro y prisa en los pasos. La fraternidad y la solidaridad, tan características en épocas añoradas, se ven opacadas por el individualismo. Pero aún hay esperanza. Aún hay memoria.

Porque Santa Cruz de Flores no es solo historia. Es también danza. La danza de las pallas, mujeres que bailan con azucenas en la cabeza y vestidos blancos, como lo hacían en Huañec, agradeciendo la lluvia y celebrando el nacimiento del Niño Dios. Es también vendimia, con sus reinas pisando uvas, con sus vinos que cantan al sol. Es también picante, ese guiso profundo que huele a domingo, a reunión, a infancia.

Y es también paisaje. Desde Azpitia, el “Balcón del cielo”, se contempla el valle como si fuera un lienzo de Dios. Las tierras fértiles producen frutas, vinos, y memorias. El reloj de cuatro caras en la plaza marca no solo las horas, sino los siglos.

Santa Cruz de Flores está próxima a cumplir 102 años de vida política. Pero su alma es mucho más antigua. Es preincaica, incaica, colonial, republicana. Es un pueblo que florece despacio, como las parras, como los recuerdos.

viernes, 29 de agosto de 2025

AFICHES PUBLICITARIOS

 


Poema a Santa Cruz de Flores

Pasó entre viñas, con su madre al lado

Pasó entre viñas, con su madre al lado,

 ¡qué rara belleza bajo el sol dorado!

 ¡Qué trenzas de fuego! ¡Qué andar de poema!

 ¡Qué porte florino, qué luz en su esquema!

Pasó entre aromas de picante y maíz,

 me clavó muy hondo su mirar de anís.

Quedé como en éxtasis, junto al reloj viejo,

ese de cuatro caras, testigo y reflejo.

 «¡Síguela!», gritaban mi alma y mi piel, 

como en la vendimia, cuando todo es miel.

Pero tuve miedo de amar con locura, 

de abrir mis heridas, de perder la ternura… 

Y aunque el vino me hablaba desde su cristal, 

cerrando los ojos… la dejé pasar.






miércoles, 27 de agosto de 2025

GASTRONOMIA Y RESTAURANTES DE SANTA CRUZ DE FLORES

 En el sur de Lima, entre viñedos centenarios y acequias preincaicas, se encuentra Santa Cruz de Flores, un distrito que no solo ha sido consagrado como la Capital del Vino del Perú, sino también como un destino gastronómico de profunda identidad. Fundado oficialmente el 27 de diciembre de 1922, este rincón de la provincia de Cañete ha sabido convertir su cocina en un lenguaje de afecto, resistencia y sabor.

La gastronomía florina no es una moda: es una herencia viva. Cada plato que se sirve en sus restaurantes es el resultado de siglos de mestizaje, de migraciones internas, de saberes transmitidos en cocinas de barro y fogones de leña. Aquí, la comida no se prepara: se cultiva, se conversa, se celebra.

🌶️ El Picante Florino: plato emblema del distrito

Ninguna visita a Santa Cruz de Flores está completa sin probar el Picante Florino, declarado plato oficial del distrito. Este potaje comunitario, nacido alrededor del año 1800, reúne ingredientes como papa con ají, huatia de queso, ceviche de chanque, charquicán, humitas, yuca sancochada y camarones, entre otros. Su origen está ligado a las faenas agrícolas, cuando los pobladores compartían sus fiambres en el campo, creando un mosaico de sabores que hoy se sirve cada domingo en plazas y restaurantes.

🍷 Gastronomía que marida con vino

La cocina florina se distingue por su capacidad de maridar con los vinos y piscos artesanales del distrito. Platos como el arroz con pato, el chicharrón de camarones, la sopa bruta con carapulcra y el pachamanca a la olla encuentran su mejor compañía en un Borgoña semiseco, un Pisco Quebranta o un macerado de guayaba. Esta armonía entre cocina y vitivinicultura convierte a Santa Cruz de Flores en un destino enogastronómico de primer orden.

🏡 Restaurantes con alma

Los restaurantes del distrito no son cadenas impersonales: son emprendimientos familiares que han convertido la hospitalidad en arte. Entre los más destacados se encuentran:

  • Restaurante Doña Aleja, junto a la Vitivinícola San Felipe, con platos típicos y cócteles peruanos

  • Restaurante Malu, en Av. Quito, famoso por sus camarones y sus premios gastronómicos distritales

  • Restaurante Gladys, ejemplo de resiliencia tras el terremoto de 2007, con panadería propia y cocina casera

  • Restaurante Nellys, donde cada plato evoca la cocina de la abuela, con atención cálida y sabores tradicionales

  • Restaurante A La Leña, donde los platos se cocinan literalmente al fuego lento, en ollas de barro

  • Restaurante El Rinconcito Florino, inaugurado en 2008, con mesas al aire libre y una carta que celebra el Picante Florino

Cada uno de estos espacios ofrece más que comida: ofrece conversación, paisaje y pertenencia. El visitante no es un cliente: es un invitado que comparte la mesa y la historia.

🌄 Un destino que lo tiene todo

Santa Cruz de Flores no solo ofrece gastronomía. Su devoción a la Santísima Cruz —celebrada cada 3 de mayo—, sus paisajes de Azpitia (“El Balcón del Cielo”), sus vitivinícolas premiadas y su gente amable convierten al distrito en un destino completo, ideal para escapadas de fin de semana, turismo cultural, enoturismo y experiencias familiares.

📣 Una invitación con sabor

Visitar Santa Cruz de Flores es más que un viaje: es un reencuentro con lo esencial. Es sentarse a la sombra de un viñedo, brindar con pisco artesanal y saborear un plato que cuenta la historia de un pueblo. Porque aquí, la gastronomía no solo alimenta: emociona.


EL HUERTO DE MI AMADA - AZPITIA



EL PICANTE FLORINO


🌶️ El Picante Florino: Sabor ancestral y orgullo culinario de Santa Cruz de Flores

En el corazón del valle de Mala, donde la historia se cultiva entre viñedos y acequias incas, se sirve cada domingo un plato que no solo alimenta el cuerpo, sino también la memoria colectiva: el Picante Florino, declarado plato oficial del distrito de Santa Cruz de Flores, Capital del Vino del Perú.

Este potaje, de origen ancestral, tiene raíces que se remontan a los antiguos pobladores de la costa sur limeña. Vestigios encontrados en el distrito de Chilca sugieren que las primeras versiones del picante se elaboraban con papa seca, un ingrediente que revela la sabiduría de conservar alimentos en tiempos prehispánicos. En el año 2017, durante un concurso gastronómico en Chilca, se recreó esta versión original, confirmando su valor histórico y su vigencia como símbolo de identidad.


Sin embargo, el Picante Florino tal como lo conocemos hoy —preparado con papa fresca y una sinfonía de sabores costeños— nació alrededor del año 1800, cuando migrantes chilcanos llegaron a las fértiles tierras de Santa Cruz de Flores en busca de agua y cultivo. Allí encontraron una acequia preincaica aún funcional, que permitió el desarrollo agrícola y, con ello, la consolidación de una cocina comunitaria.

🍽️ Un plato que nació del compartir

Los antiguos florinos, al salir temprano a trabajar la tierra, llevaban consigo fiambres sencillos pero sabrosos: papa con ají, ceviche, charquicán, humitas, huatia de pescado o queso, yuca sancochada, entre otros. En ese ir y venir, los trabajadores comenzaron a compartir sus potajes, organizándose para que cada uno aportara un ingrediente. Así nació el Picante Florino, no como una receta única, sino como un mosaico de sabores que representa la unión, la generosidad y la identidad de un pueblo.

Los ingredientes tradicionales incluyen:

  • Papa con ají

  • Ajiaco

  • Yuca sancochada

  • Aceitunas

  • Huatia de queso y pescado

  • Humita de queso y de raca

  • Charquicán

  • Ceviche de pescado, machas y chanque

  • Camarones sancochados

  • (En algunas zonas, también se agrega olluco)



Este plato se sirve en los distritos de Santa Cruz de Flores, Chilca, Pucusana, Asia, San Pedro de Coayllo, Mala, San Antonio y Calango, especialmente en las riberas del río Mala, donde la tradición se mantiene viva. Sin embargo, es Santa Cruz de Flores quien lo ha elevado a la categoría de plato emblema, convirtiéndolo en protagonista de sus plazas, ferias y restaurantes cada fin de semana.

🌄 Gastronomía con alma

El Picante Florino no es solo un plato: es una experiencia. Es la historia servida en barro, el sabor que une generaciones, y el orgullo de una comunidad que ha sabido conservar su herencia culinaria. En un distrito donde el vino se fermenta con paciencia y la devoción se celebra cada 3 de mayo en honor a la Santísima Cruz, el picante es el complemento perfecto para entender el alma florina.

📣 Una invitación con sabor

Visitar Santa Cruz de Flores es recorrer sus viñedos, admirar sus paisajes desde Azpitia, y sobre todo, sentarse a la mesa para saborear el Picante Florino. Porque aquí, cada cucharada cuenta una historia. Y cada domingo, el distrito se adorna con el aroma de su plato más querido.




VITIVINICOLAS DE SANTA CRUZ DE FLORES

 En el sur de Lima, entre el murmullo del río Mala y las laderas que miran al mar, se extiende Santa Cruz de Flores, un distrito que no solo cultiva uvas: cultiva memoria, identidad y sabor. Fundado oficialmente el 27 de diciembre de 1922, este rincón de la provincia de Cañete ha sabido convertir su vocación agrícola en un legado cultural que hoy lo consagra como la Capital del Vino del Perú.

Las vitivinícolas de Santa Cruz de Flores no son meras empresas: son relatos familiares que fermentan con el tiempo. Cada botella que se produce aquí lleva consigo el eco de generaciones que han trabajado la tierra con paciencia y devoción. Desde los lagares de barro hasta los alambiques de cobre, el proceso artesanal se mantiene vivo, como una forma de resistencia frente a la estandarización del gusto.

Un hito fundamental en esta historia fue la creación de la Asociación Vitivinícola Artesanal de Santa Cruz de Flores, en el año 2003, que marcó el inicio de una nueva etapa: la organización de productores, la participación en concursos regionales y nacionales, y la consolidación de una marca colectiva que hoy es reconocida por su calidad y autenticidad.

Desde entonces, las vitivinícolas han acumulado medallas, pero más importante aún, han acumulado afectos. Nombres como Claro, San Felipe, Luján, San Juan, Camacho, Don Elías, Andrés Arias Ayala, Jhon Jhon, Viña Diez y Viña Florino no solo representan productos: representan historias de esfuerzo, resiliencia y amor por la tierra.

En el año 2003, por ejemplo, la Vitivinícola Luján e Hijos obtuvo la primera medalla del pisco en el distrito, marcando un antes y un después en el reconocimiento de la producción local. En 2007, Viña Don Daniel se convirtió en el único ganador de la Medalla al Gran Ganador en el concurso regional de Lima, con ocho medallas en una sola edición. Y en 2008, el Pisco Quebranta de Andrés Arias Ayala fue galardonado a nivel nacional, consolidando el prestigio florino.

Pero más allá de los premios, lo que distingue a Santa Cruz de Flores es su capacidad de convertir el vino en símbolo. Aquí, el vino no es solo bebida: es celebración, es devoción —como la que se rinde a la Santísima Cruz cada 3 de mayo—, es paisaje —como el que se contempla desde Azpitia, “El Balcón del Cielo”—, y es gastronomía —como la carapulcra con sopa seca, el chicharrón de chancho, el ceviche de camarones y la pachamanca.

Hoy, en 2025, Santa Cruz de Flores se proyecta como un destino enoturístico de primer orden. Las bodegas abren sus puertas al visitante, ofrecen degustaciones, recorridos guiados, venta directa y, sobre todo, conversación. Porque aquí, el vino se sirve con historia.

🍇 Santa Cruz de Flores: Capital del Vino y Cuna de Vitivinícolas con Alma

En el fértil valle de Mala, donde el sol acaricia las viñas y la historia se fermenta en barricas, se encuentra Santa Cruz de Flores, un distrito de la provincia de Cañete que ha sabido convertir su vocación agrícola en una identidad cultural. Fundado oficialmente el 27 de diciembre de 1922, este rincón del sur limeño no solo es tierra de devoción y paisajes sublimes: es, ante todo, la Capital del Vino del Perú.

🏛️ Un legado que fermenta en familia

Las vitivinícolas de Santa Cruz de Flores no son grandes industrias impersonales. Son empresas familiares, muchas de ellas con tres o más generaciones dedicadas al cultivo de la vid y la elaboración artesanal de vinos y piscos. Cada bodega es un relato vivo, donde el trabajo, la fe y el sabor se entrelazan.

🍷 Variedad, excelencia y denominación de origen

Las bodegas locales producen vinos en estilos seco, abocado y semiseco, elaborados con cepas como Borgoña, Italia, Quebranta y Uvina. Los piscos, con denominación de origen, incluyen variedades como Italia, Quebranta, Acholado y Mosto Verde. Además, muchas vitivinícolas ofrecen macerados artesanales de frutas locales —durazno, guayaba, pasas, níspero— y mistelas que capturan el alma del valle.

Entre las más reconocidas destacan:

  • Vitivinícola San Felipe, pionera en la Asociación Vitivinícola Artesanal, con tres alambiques y una historia de resiliencia

  • Vitivinícola Luján e Hijos, ganadora de la primera medalla del pisco en el distrito, con lagares tradicionales y ollas de cobre

  • Vitivinícola San Juan, que honra el legado de Don Grimaldo Ávalos y destila historia en cada copa

  • Vitivinícola Camacho, con viñedos ecológicos y piscos TILKAY, símbolo de hermandad

  • Viña Florino, con 18 medallas y una sala de cata que combina elegancia y tradición

  • Vitivinícola Don Elías, donde el vino se sirve con conversación y memoria

  • Vitivinícola Jhon Jhon, única en ofrecer viveros de uva junto a sus vinos y piscos

  • Vitivinícola Andrés Arias Ayala, heredera de una tradición familiar que busca la exportación

🥂 Turismo enológico: más que una copa

Visitar Santa Cruz de Flores es recorrer un circuito de bodegas donde cada parada ofrece degustaciones, recorridos guiados, venta directa y, sobre todo, una conversación con los propios productores. Aquí, el visitante no es un cliente: es un invitado que comparte la mesa, la historia y el orgullo de una comunidad que ha hecho del vino su estandarte.

Además, el distrito ofrece atractivos complementarios como:

  • Azpitia, conocido como “El Balcón del Cielo”, con vistas al valle y restaurantes campestres

  • La Fiesta de la Santísima Cruz, cada 3 de mayo, con procesiones, música y tradición

  • Gastronomía típica, que incluye carapulcra con sopa seca, Picante Florino, chicharrón de chancho, ceviche de camarones y pachamanca

📣 Una invitación con sabor

Santa Cruz de Flores no es solo un destino: es una experiencia. Es el lugar donde el vino se elabora con paciencia, se sirve con orgullo y se bebe con gratitud. Ven, degusta, conversa, celebra. Porque en Santa Cruz de Flores, cada copa cuenta una historia.

VITIVINÍCOLA SAN ANTONIO



martes, 26 de agosto de 2025

IGLESIA DE SANTA CRUZ DE FLORES

En el corazón del valle de Cañete, donde el aire huele a uva madura y a tierra bendecida por el sol, se alza una iglesia que no grita su presencia, sino que la susurra con la dignidad de los siglos: la Iglesia de Santa Cruz de Flores. No es un templo de mármoles altivos ni de vitrales que desafían el cielo, sino una casa de fe que abraza con humildad, como una madre que conoce el peso de la historia y el consuelo de la oración.

                       

Construida en tiempos donde la palabra aún viajaba a lomos de mula y la fe se tejía en comunidad, esta iglesia fue consagrada a la Santísima Cruz, patrona de un pueblo que aprendió a mirar el mundo desde la altura de sus viñedos y la hondura de sus tradiciones. Su fundación, según la memoria oral, se remonta a la llegada de los franciscanos entre 1850 y 1862, quienes, cautivados por la belleza del lugar, le dieron el apellido “Flores” y sembraron en su plaza el símbolo de la cruz como estandarte espiritual.

La fachada, sencilla y serena, parece dialogar con el cielo sin estridencias. Sus muros, de cal y canto, guardan el eco de generaciones que han entrado con los pies descalzos y el alma encendida. En su altar, la luz cae como un manto dorado sobre imágenes que no solo representan santos, sino también la esperanza de los agricultores, los artesanos, los niños que aprenden a persignarse con torpeza y ternura.

Pero el 15 de agosto de 2007, a las 6:41 p.m., el suelo tembló con furia. El terremoto de magnitud 7.9, con epicentro en Pisco, sacudió la costa central del Perú y dejó una herida profunda en la provincia de Cañete. La Iglesia de Santa Cruz de Flores no fue ajena al desastre: su cúpula, que por décadas había coronado el templo como símbolo de elevación espiritual, se desplomó ante la fuerza telúrica. El estruendo fue más que físico; fue emocional, comunitario, casi litúrgico. El pueblo, consternado, vio caer no solo ladrillos, sino memorias, promesas, bautizos, bodas, y silencios sagrados.


Desde entonces, la iglesia se convirtió también en símbolo de resiliencia. La reconstrucción no fue inmediata, pero sí constante. Con manos solidarias y corazones firmes, los vecinos comenzaron a restaurar no solo el edificio, sino el espíritu que lo habitaba. Hoy, aunque la cúpula ya no se alza como antes, el templo sigue siendo un refugio de fe, una flor que brota entre escombros, una cruz que no se quiebra.

Cada 3 de mayo, la fiesta de la Santísima Cruz convierte el templo en un corazón palpitante. Las flores, los cantos, las danzas, y el vino bendito se entrelazan en una liturgia que no distingue entre lo sagrado y lo festivo. Porque en Santa Cruz de Flores, la fe no es solo plegaria: es celebración, es memoria, es identidad.

Y así, esta iglesia permanece. No como un monumento detenido en el tiempo, sino como un testigo vivo de la espiritualidad que florece entre los surcos de la tierra y los silencios del alma. Quien la visita no solo contempla arquitectura: contempla la historia de un pueblo que ha sabido convertir su fe en raíz, su cruz en flor, y su templo en poema.



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