sábado, 21 de marzo de 2009

DESTINO TURISTICO

Hoy, al caminar por el centro de Lima, me detuve ante el escaparate de una agencia de viajes especializada en lunas de miel. Allí, entre afiches y promesas de romance, se anunciaba a Santa Cruz de Flores como el “Nuevo Destino Turístico”. El mensaje decía: ¿Quiere conocer Azpitia y Santa Cruz de Flores? Lo llevamos al nuevo destino turístico. Cásese en la capilla de Azpitia y disfrute de un paseo por la plaza de armas de Santa Cruz de Flores.

Y aunque me emocionó ver a nuestro distrito en vitrina, algo en mí se removió. Porque Santa Cruz de Flores no es solo una plaza ni un telón para bodas fugaces. Es tierra con alma, con historia, con vino que canta y ruinas que murmuran. Es un lugar que merece ser contado con profundidad, con respeto, con poesía.

Elevado a la categoría de distrito el 21 de diciembre de 1922 por la Ley N.º 4611, Santa Cruz de Flores fue durante años un anexo del distrito de Mala. Su nombre honra a la Santísima Cruz, patrona del pueblo, y a las flores que los frailes franciscanos vieron brotar en sus fértiles tierras. Hoy, con una extensión de 100.06 km², es uno de los dieciséis distritos de la provincia de Cañete, y se alza como la Capital del Vino y el Buen Pisco, donde la vid se transforma en arte y la tierra en generosidad.

Si yo tuviera que escribir ese anuncio, lo haría así:

Santa Cruz de Flores, Nuevo Destino Turístico Celebre su unión en la capilla de Azpitia, contemple el valle desde sus miradores, y descubra por qué esta tierra lleva el nombre de Capital del Vino. Recorra las vitivinícolas artesanales, donde cada copa guarda el sol de nuestras pampas. Visite las Ruinas Incaicas de La Olleria, testimonio de un pasado que aún respira. Camine por las Pampas de las Lechuzas, ese rincón silente y mágico que muchos desconocen. Y admire el Reloj de Cuatro Caras, joya patrimonial que nos hermana con Cusco, Cajamarca y Lima.

Porque Santa Cruz de Flores no es solo paisaje: Es memoria, es sabor, es fe. Es un distrito que se compone de dieciséis centros poblados —Azpitia, Bellavista, San José, Nuevo San Andrés, entre otros—, cada uno con su propia voz, su propia luz.

Es hora de que nosotros mismos contemos nuestra historia, con la pasión de quien ama su tierra y la visión de quien la sueña grande. Que no sean agencias ajenas quienes definan lo que somos, sino nuestras propias palabras, nuestras propias rutas, nuestros propios silencios.

Santa Cruz de Flores no es un destino nuevo. Es un destino eterno que recién empieza a ser descubierto.

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